VIDA DEDICADA AL SERVICIO
DEFENSOR DE DERECHOS
“Yo no puedo concebir que en este país se discrimine a una persona, ya sea por su condición sexual o situación de salud”, afirmó Édgar Amadeo Valdez Carrizo, un médico que con el paso de los años se convirtió en un referente de la lucha por la defensa de los derechos humanos en esta ciudad.
Valdez actualmente ocupa el cargo de director del Instituto de Desarrollo Humano en Cochabamba (IDH). Para ello, tuvo que atravesar por distintas situaciones, que al final lo llevaron a luchar por los derechos de las personas.
Su camino en esta área comenzó con la socialización de la información, educando a diferentes sectores de la población, enfocándose en el tema de la transmisión del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH) y tambien en el mejor trato a las personas que viven con la enfermedad del SIDA.
UN INICIO IMPORTANTE
Valdez identifica a su periodo de estadía en Vallegrande como el inicio de su trayectoria profesional.
“Me fui a hacer mí año de provincia en Vallegrande, Santa Cruz, y allí creo que reafirmé y consolidé mis valores y mi esencia”, afirma Édgar Valdez.
En esta época conoció a un homosexual que, con el tiempo, se convirtió en un gran amigo. A través de esa amistad y gracias a su amplitud de mente, es que pudo entender y darse cuenta de las implicaciones que acarrea el ser distinto comprendió principalmente lo que significa ser vulnerado por tener diferentes preferencias sexuales, más en una sociedad en la cual todavía el tema era un tabú.
“Me la jugué todas, defendí a mi amigo y me convencí de que ese era un gran problema que debía solucionarse”, afirmó Valdez.
Años después, Édgar Valdez obtuvo una beca que le permitió especializarse en salud pública y medicina tropical en Amberes, Bélgica. Posteriormente, continuó su proceso de formación en Ginebra, Suiza, cursando el taller de Desarrollo e Investigación.
Durante esta temporada, se formó como profesional especializado en estas temáticas. A fines de la década de los 80, tuvo la oportunidad de trabajar en diferentes países del África, donde se encontró cara a cara con el VIH y el SIDA y fue testigo de los primeros pasos de la enfermedad.
Este médico relata que durante esos años tuvo la posibilidad de conocer más sobre el síndrome y los síntomas de la enfermedad. Sin embargo, la primera vez que trató directamente con un paciente se sintió impactado, motivo por el cual decidió seguir investigando el tema. “Una vez estaba en una iglesia y, durante la misa, tuve la oportunidad de escuchar el primer testimonio de una persona con esta enfermedad. Fue impactante. Él era amigo de un amigo”, relató el médico.
Durante su estadía en Europa en 1991, la Escuela de Enfermería de Francia lo invitó a dar un curso sobre la situación del VIH y el SIDA en Bolivia.
“Como la Organización Mundial del Sida se encuentra allá, fui a informarme y recabar datos. Era impresionante cómo no se hacía nada sobre este tema en nuestro país”, comentó.
Para él, esta situación fue clave para regresar a Bolivia e iniciar una nueva etapa de su vida, donde su trabajo repercutiría en el desarrollo de su patria, impactando en el tema de salud y en la defensa de los derechos humanos.
Regreso a bolivia
Según cuenta el galeno, una vez instalado en Cochabamba decidió implementar proyectos de prevención sobre VIH y del Sida. Para ello, realizó una búsqueda de fondos la cual demoraría aproximadamente cuatro años. Finalmente, en 1996 logró los recursos esperados para abrir el Instituto para el Desarrollo Humano.
“Iniciamos el trabajo con un equipo de cuatro personas, las que trabajábamos en un cuartito en mi casa. En el proceso de investigación, me dí cuenta de que se violaban muchos derechos de las personas con VIH”, dijo.
Valdez contó que durante esa época se realizaron varias investigaciones de conocimientos, actitudes y prácticas que tenían los cochabambinos sobre el tema. Los datos eran críticos. Así también, se evidenció que el personal de salud no contaba con información adecuada y casi se encontraba al mismo nivel de información que la población en general.
Valdez afirmá que revertir lo anterios no fue sencillo. Él y su esposa se encargaban del proceso de prevención de la enfermedad en algunos colegios. Con el transcurso del tiempo, se fortaleció el proyecto y fue tomando más fuerza, motivo por el cual muchas instituciones solicitaban su colaboración.
Valdez comentó que, durante los 20 años de vida de la organización que dirige, tuvo muchos logros e incidencia en la sociedad.
Para el médico, el reto de consolidar una organización sin fines de lucro no fue fácil. “En muchas temporadas, nos vimos afectados por la política partidaria. Sin embargo, nuestro único interés es luchar por los derechos de las diversidades sexuales, las personas con VIH, indígenas y los más discriminados”, dijo.
Familia y valores
Edgar Valdez proviene de una familia originaria de la comunidad de Anzaldo, en la porvincia Esteban Arze de Cochabamba. Se siente orgulloso de su origen. Conoció a su esposa Ana, de profesión enfermera, en Bélgica, en 1983, y se casaron en 1987. Cultivaron valores en sus hijos Gabriel y Muña Anahí, quienes actualmente estudian en Ginebra.
Comentó que el nombre que lleva su hija es en honor a la flor tradicional de Vallegrande, con fuertes raíces quechuas. Este profesional y su esposa dedicaron su vida al servicio de la población, luchando por los derechos de los más necesitados para hacer de Bolivia un lugar con mayor igualdad y conocimientos en temáticas de salud y prevención de enfermedades.
Pasiones
Además de ser defensor de los derechos de las personas y difundir sus conocimientos, Édgar Valdez es un apasionado en la fotografía.
Durante su estadía en Vallegrande, a lo largo de ocho años, realizó un trabajo fotográfico plasmado en un libro llamado “Entre tierra y cielo”, en el que muestra paisajes y retratos.
Valdez también es un amante de la naturaleza y de los animales, a los que considera importantes en su vida.
Viajes
Edgar Valdez contó que en toda su vida, por razones laborales, tuvo la oportunidad de visitar más de 60 países de todo el mundo, donde vivió importantes experiencias tanto en el ámbito profesional como en el personal.
Conoció a una baronesa belga que, afirma, fue como su “madre adoptiva”.
Durante sus viajes, también conoció a grandes personas de diferentes nacionalidades, de las cuales aprendió mucho a nivel personal y profesional.
Fuente: opinion.com.bo |