Baptista confirmó que éste murió por un disparo en el corazón, pero ese dato básico fue omitido en el reporte final, al cual además él debió añadir la presencia de nueve heridas de bala que no estaban en el cuerpo. Torres era jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas; tres años más tarde, juraría como Presidente de la República. La alteración de datos pretendía respaldar la versión oficial de que Guevara había muerto en combate. Luego se demostró que fue asesinado.
Baptista rompió un silencio de 10 años ante la periodista mexicana Leticia Montagner, quien este mes publica un recuento de su conversación con el galeno en la edición especial de la revista mexicana Proceso. Montagner ha escrito un libro aún inédito con Raúl Torres Salmerón, que titulará “Yo hice la autopsia del Che”.
Baptista llegó a México en 1969 para especializarse en oncología y desde entonces no ha regresado a Bolivia. En 1967, era director del hospital “Señor de Malta” de Vallegrande y fue obligado por militares bolivianos a realizar la autopsia a su cadáver. Además, le hizo una mascarilla mortuoria y “dirigió” el corte de las manos del guerrillero. Dichas manos fueron guardadas por el Gobierno boliviano como prueba de la identidad del asesinado.
“Luego de la primera revisión del cadáver, en la autopsia de reconocimiento, declaré ante la prensa que el ‘Che’ había sido ejecutado básicamente de un disparo al corazón. Ante la divergencia de información dada por el ejército y el Ministerio de Defensa (…) en el sentido de que había sido capturado o había muerto en combate, me dieron la orden de negar mi declaración y elaborar una nueva versión”, revela Baptista.
OTRAS INVESTIGACIONES EN DUDA
De comprobarse la nueva versión del médico, algunas investigaciones realizadas en estas décadas podrían quedar en duda. Por ejemplo, los periodistas Bertrand de la Grange y Maité Rico del diario español El País y del francés “Le Monde” respectivamente, sostienen desde 2007 que el cadáver hallado en Vallegrande en julio de 1997 no corresponde al “Che”.
Rico y de la Grange afirman que el cadáver repatriado y enterrado en Cuba no coincide con lo descrito en el informe por Baptista en 1967. “El informe de 1997 describe las fracturas de la 2ª y 3ª costilla izquierda. Esas fracturas no figuran en la autopsia de 1967, que señala, en cambio, una lesión entre la 9ª y la 10ª costilla izquierda, inexistente en el otro informe”, escribe De la Grange.
Hoy, 10 años después, sabemos —gracias a la entrevista de Leticia Montagner— que las lesiones señaladas en la costilla izquierda fueron “inventadas” por Baptista por órdenes del Ejército boliviano.
Fuente: lostiempos.com |